23 de junio de 2012

MARIANO RAJOY,ERRORES TRAS ERRORES

El presidente desafía a Europa al sacar pecho y negarse a cumplir con los deberes que nos exigen.


Los cinco grandes fallos

-Retraso de tres meses de los Presupuestos y ajustes a la espera de las elecciones andaluzas, perdiendo un tiempo precioso.


-Subida de varios tramos, y por sorpresa, del déficit de 2011. Anuncio de una previsión para 2012 que luego fue corregida por Bruselas.


-Retraso sine die de los deberes que exigen Europa y el FMI, como la subida del IVA o la rebaja del sueldo a los funcionarios.


-Gestión de las crisis en Bankia, subiendo de forma escalonada el importe del agujero financiero. Retraso en la creación del 'banco malo'.

-Jactarse del rescate a la banca como un triunfo personal y dar la situación por controlada cuando España está al borde del colapso.


"Voy a ver el fútbol en Polonia porque la situación está resuelta". Lo dijo el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, apenas unas horas después de que el 9 de junio el Eurogrupo acordara un plan de rescate para la banca de hasta 100.000 millones de euros. Pero se equivocó.


El Gobierno erró en sus pronósticos y, lejos de ceder, la prima de riesgo llegó a dispararse tan sólo una semana después -el pasado lunes 18 de junio- hasta los 584 puntos básicos, con el interés del bono a diez años escalando hasta el 7,2 por ciento, el nivel más alto desde que entró en vigor la moneda única.


No es la primera vez que Rajoy trata de sacar pecho, aun a sabiendas de que le acaba por pasar factura. "A mí no me han presionado (...) el que ha presionado he sido yo", dijo el domingo 10, justo antes del partido inaugural de España en la Eurocopa. En plena tormenta financiera, se jactaba de la ayuda bancaria -negó hasta la saciedad que fuera rescate- como un triunfo personal. Y para demostrarlo, desde Moncloa se llegó a filtrar un SMS que Rajoy envió al ministro de Economía, Luis de Guindos, en plena negociación del Eurogrupo: "Aguanta, somos la cuarta potencia de Europa. España no es Uganda".


Desmentidos de Bruselas

Pero, ¿era verdad? ¿Le creerían los mercados? ¿Serviría de algo? La respuesta llegó tan sólo dos días después. Durao Barroso, el presidente de la Comisión Europea, le desmentía de forma tajante en una entrevista en Financial Times: "Yo presioné a Rajoy para que pidiera el rescate", aseguró.
De poco habían servido las comparaciones con África. Tan sólo para que la BBC le sacara los colores y discutiera la información en su web, contrastando los datos de PIB y empleo de uno y otro país junto a las imágenes de una caravana rociera y un comerciante ugandés en bicicleta cargado de bananas. La filtración del SMS había dejado a España en ridículo a los ojos de todo el planeta.


Prueba de que algo está fallando en la política de comunicación radica en que hasta el propio Rajoy se ha visto obligado a desmentir a Ángela Merkel, provocando que la tensión entre ambos vaya creciendo, casi al mismo ritmo que subía la prima de riesgo. Tras la reunión del G-20 en Los Cabos (México), la canciller alemana explicó en una rueda de prensa el pasado martes 19 que había pedido a España "que haya claridad, rápidamente, sobre cómo va a ser su petición de ayuda".


Sube la tensión

Con nuestro país convertido en el gran protagonista del encuentro, los líderes mundiales se afanaron en convencer a Rajoy de que era necesario que la solicitud de ayuda se llevara a cabo lo antes posible. ¿Y qué respondió el presidente del Gobierno? "Tengo que desmentirlo, me ha sorprendido una información que dice que alguien nos ha pedido que hiciéramos ya la petición formal del crédito a la banca. Nadie ha planteado eso, somos los primeros interesados en que se resuelva con la mayor celeridad posible", aseguró.


En la misma línea, aunque algo antes, a principios de marzo, Rajoy erró también cuando defendió la "decisión soberana" de España de aumentar hasta el 5,8 por ciento del PIB su previsión de déficit para 2012 sin consultar a las instituciones europeas ni a sus socios comunitarios y convencido de que con ello no incumple el Pacto de Estabilidad de la UE. Hasta que unos días después, el Eurogrupo le exigió rebajar esa cifra hasta el 5,3 por ciento y hacer recortes de forma adicional por un importe de unos 5.000 millones de euros.


Suspenso en comunicación

La política de comunicación, nula en muchas ocasiones, acaba así por confundir a los españoles y genera desconfianza tanto entre nuestros socios europeos -especialmente los alemanes- como entre los inversores.


Pero no es la política informativa lo único que falla. El retraso de tres meses en la elaboración de los Presupuestos y de la puesta en marcha de ajustes y reformas a la espera de las elecciones andaluzas, el aplazamiento sine die de los deberes que reclaman Europa y el FMI -subida del IVA, rebaja del sueldo de los funcionarios o retraso de la edad de jubilación sin tener que esperar a 2027- o la subida en varios tramos y por sorpresa del déficit del año pasado son puntos también a tener en cuenta. Rajoy se muestra especialmente desafiante con el tema impositivo, pero se equivoca al no subir el IVA, como nos demandan desde Bruselas, porque para nuestros socios europeos, a los que les tenemos que pedir dinero, eso supone una desventaja competitiva, ya que nos permite vender más barato. Como tampoco se puede explicar en el extranjero la subida de las pensiones nada más llegar al Gobierno o el empeño en mantener el sueldo de los funcionarios, para luego tener que implantar por ejemplo el copago sanitario.


Eso sin olvidar tampoco la gestión de Bankia, que ha provocado ya una pérdida de más del 80 por ciento del valor de las acciones. Los mensajes contradictorios, elevando de forma paulatina el agujero financiero, hasta los 24.000 millones, han acabado por espantar a los inversores. Rajoy volvió a equivocarse en sus pronósticos y se empeña en retrasar la creación de un banco malo, que absorba los activos tóxicos del sector financiero. Como se empeña también en negar el cierre de entidades que no pueden sobrevivir por sí mismas, como le pide la Comisión Europea. Desafío tras desafío. Error tras error.




Fuente:El Economista.es

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