16 de julio de 2012

EL PODER DEL DINERO EN LA CAMPAÑA DE EEUU

El crecimiento delfondeo privado para candidatos mina la tesis “un hombre, un voto”


WASHINGTON.- El 8 de julio pasado fue un domingo tórrido y soleado, uno que los hermanos Charles y David Koch, dueños del imperio Koch, difícilmente olvidarán.

Para aquel día los hermanos Koch habían convocado a un selecto grupo de los hombres más ricos y poderosos de Estados Unidos a participar en un cena de recaudación de fondos para la campaña del republicano Mitt Romney; pero a la cita acudieron decenas de miembros de Move to Amend, una organización que se ha colocado a la cabeza de los esfuerzos por combatir la creciente influencia e intromisión del enorme poder corporativo en las campañas políticas de Estados Unidos.

Pertrechados con mantas y consignas, los militantes de Move to Amend se trasladaron en caravana hasta el exclusivo South Hampton, en Long Island, uno de los más exclusivos barrios residenciales de la costa este.

El objetivo: arruinar la fiesta de los hermanos Koch, dueños de campos petroleros, refinerías, oleoductos que cruzan las entrañas de todo el país y la fuerza detrás de la organización American For Progress (AFP), un selecto club de millonarios que se han propuesto desalojar a Barack Obama de la Casa Blanca.

Con pancartas que comparaban la contribución de 50 mil dólares por cabeza para acudir a la cena con el monto de su salario anual o con los créditos que muchos adeudan a la banca por sus carreras universitarias, los manifestantes quisieron dejar en claro el poder brutal de los ricos y poderosos que hoy amenaza al sistema electoral de EU.

"Nuestro objetivo principal es evitar que el dinero de las grandes corporaciones influya en la política porque se está produciendo una confrontación muy desigual entre aquellos que disponen de millones de dólares para financiar campañas y el ciudadano de a pie que hoy vive en una situación muy difícil y que sólo dispone del poder de su voto para cambiar las cosas", dijo Liza Tayson, directora de Move to Amend.

Por primera vez en la historia de Estados Unidos, el crecimiento de las estructuras paralelas de financiamiento para las campañas políticas ha puesto en tela de juicio el viejo principio de un "hombre, un voto" que ha garantizado la equidad del proceso electoral desde hace más de 200 años en la que presume ser la primera democracia del planeta.

Opacidad y percepciones
El crecimiento exponencial de los fondos recaudados para financiar las campañas de demócratas y republicanos (hasta 7 mil millones de dólares según cálculos del Centro de Políticas Responsables), y la opacidad de las estructuras que permiten recabar cifras multimillonarias en tiempo récord, alimenta hoy la percepción de que los ricos y poderosos se han lanzado al asalto del poder político para comprar la Casa Blanca.

"Este es un nuevo asalto del poder corporativo para obtener el control de la Casa Blanca y mantener el Congreso, con acciones que ya han impactado muchas de las iniciativas legislativas para recortar programas sociales, para hacerse trajes legislativos a la medida o para mantener vigentes las exenciones fiscales que benefician a los más ricos", añadió Tyson al anticipar que los ciudadanos de a pie no se quedarán cruzados hasta corregir las resoluciones de la Suprema Corte que han alentado la influencia e intromisión del enorme poder corporativo en los procesos electorales.

En 1907, el entonces presidente Theodore Roosevelt promovió y decretó leyes que prohibían la injerencia o contribución a las campañas por parte de las grandes corporaciones y fijaron los topes de donación. Gracias a estas disposiciones, hoy el techo para cada individuo es de 2 mil 500 dólares por cada candidato y de 30 mil 800 dólares para el comité nacional de un partido político por año calendario.

Aunque las leyes promovidas por Roosevelt han sido modificadas a lo largo de los años, con el fin de reforzar la transparencia de las donaciones, el principio que buscaba salvaguardar el principio de "un hombre, un voto" se trastocó tras una polémica decisión de la Suprema Corte en enero del 2010.

El caso Citizen United versus Federal Election Comission autorizó a las empresas y sindicatos el derecho a gastar sin límites en las campañas electorales, con la única condición de no coordinar el gasto con el equipo de campaña de los partidos o candidatos. Gracias a esta polémica resolución, nacieron los llamados Súper Comités de Acción Política o Súper PACS.

Estas entidades, que se han multiplicado a gran velocidad, ya superan las 560 y son capaces de recolectar cifras millonarias sin límite alguno y con la única condición de consignar la cantidad del gasto así como el origen de los fondos que utilizaron.

La decisión de la Suprema Corte impactó de lleno el ciclo electoral 2012, con una derrama de contribuciones sin precedentes. Particularmente, en el bando del partido republicano que ha conseguido superar desde mayo pasado las contribuciones de los demócratas por márgenes de hasta 30 millones de dólares.

A pesar de que la maquinaria electoral de Barack Obama se mantiene a la cabeza, con un nivel de recaudación que supera los 255 millones de dólares, el músculo de los ricos y poderosos que respaldan a Mitt Romney amenaza con sobrepasar la recaudación total (por el momento de 121 millones) hacia fines de octubre próximo, según cifras del Centro de Políticas Responsables.

Por si fuera poco, en medio de esta frenética carrera por la recaudación, desde el bando demócrata han acusado a los millonarios que apoyan al candidato republicano de no seguir las reglas que obligan a transparentar las donaciones.

"Muchos millonarios quieren seguir gozando de un trato especial, incluso cuando se trata de donaciones de campaña. Son ellos quienes hoy están detrás de este asalto para hacerse con el poder del Congreso y la Casa Blanca", aseguró Matt Canter del Comité Demócrata para la Campaña Electoral en el Senado.

Fuente:El Universal.mx

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