El crecimiento delfondeo privado para
candidatos mina la tesis “un hombre, un voto”
WASHINGTON.- El 8 de julio pasado fue un domingo tórrido y soleado, uno que
los hermanos Charles y David Koch, dueños del imperio Koch, difícilmente
olvidarán.
Para aquel día los hermanos Koch habían convocado a un selecto grupo de los
hombres más ricos y poderosos de Estados Unidos a participar en
un cena de recaudación de fondos para la campaña del republicano Mitt
Romney; pero a la cita acudieron decenas de miembros de Move to
Amend, una organización que se ha colocado a la cabeza de los esfuerzos por
combatir la creciente influencia e intromisión del enorme poder corporativo en
las campañas políticas de Estados Unidos.
Pertrechados con mantas y consignas, los militantes de Move to Amend
se trasladaron en caravana hasta el exclusivo South Hampton, en Long Island, uno
de los más exclusivos barrios residenciales de la costa este.
El objetivo: arruinar la fiesta de los hermanos Koch, dueños de campos
petroleros, refinerías, oleoductos que cruzan las entrañas de todo el país y la
fuerza detrás de la organización American For Progress
(AFP), un selecto club de millonarios que se han propuesto desalojar a
Barack Obama de la Casa Blanca.
Con pancartas que comparaban la contribución de 50 mil dólares por cabeza
para acudir a la cena con el monto de su salario anual o con los créditos que
muchos adeudan a la banca por sus carreras universitarias, los
manifestantes quisieron dejar en claro el poder brutal de los
ricos y poderosos que hoy amenaza al sistema electoral de EU.
"Nuestro objetivo principal es evitar que el dinero de las grandes
corporaciones influya en la política porque se está produciendo una
confrontación muy desigual entre aquellos que disponen de millones de dólares
para financiar campañas y el ciudadano de a pie que hoy vive en una situación
muy difícil y que sólo dispone del poder de su voto para cambiar las cosas",
dijo Liza Tayson, directora de Move to Amend.
Por primera vez en la historia de Estados Unidos, el crecimiento de las
estructuras paralelas de financiamiento para las campañas políticas ha puesto en
tela de juicio el viejo principio de un "hombre, un voto" que ha garantizado la
equidad del proceso electoral desde hace más de 200 años en la que presume ser
la primera democracia del planeta.
Opacidad y percepciones
El crecimiento exponencial de los fondos recaudados para financiar las
campañas de demócratas y republicanos (hasta 7 mil millones de
dólares según cálculos del Centro de Políticas Responsables), y la opacidad de
las estructuras que permiten recabar cifras multimillonarias en tiempo récord,
alimenta hoy la percepción de que los ricos y poderosos se han lanzado al asalto
del poder político para comprar la Casa Blanca.
"Este es un nuevo asalto del poder corporativo para obtener el control de la
Casa Blanca y mantener el Congreso, con acciones que ya han impactado muchas de
las iniciativas legislativas para recortar programas sociales, para hacerse
trajes legislativos a la medida o para mantener vigentes las exenciones fiscales
que benefician a los más ricos", añadió Tyson al anticipar que los ciudadanos de
a pie no se quedarán cruzados hasta corregir las resoluciones de la Suprema
Corte que han alentado la influencia e intromisión del enorme poder corporativo
en los procesos electorales.
En 1907, el entonces presidente Theodore Roosevelt promovió
y decretó leyes que prohibían la injerencia o contribución a las campañas por
parte de las grandes corporaciones y fijaron los topes de donación. Gracias a
estas disposiciones, hoy el techo para cada individuo es de 2 mil 500 dólares
por cada candidato y de 30 mil 800 dólares para el comité nacional de un partido
político por año calendario.
Aunque las leyes promovidas por Roosevelt han sido modificadas a lo largo de
los años, con el fin de reforzar la transparencia de las
donaciones, el principio que buscaba salvaguardar el principio de "un hombre, un
voto" se trastocó tras una polémica decisión de la Suprema Corte en enero del
2010.
El caso Citizen United versus Federal Election Comission
autorizó a las empresas y sindicatos el derecho a gastar sin límites en las
campañas electorales, con la única condición de no coordinar el gasto con el
equipo de campaña de los partidos o candidatos. Gracias a esta polémica
resolución, nacieron los llamados Súper Comités de Acción Política o Súper PACS.
Estas entidades, que se han multiplicado a gran velocidad, ya superan las 560
y son capaces de recolectar cifras millonarias sin límite alguno y con la única
condición de consignar la cantidad del gasto así como el origen de los fondos
que utilizaron.
La decisión de la Suprema Corte impactó de lleno el ciclo electoral 2012, con
una derrama de contribuciones sin precedentes. Particularmente, en el bando del
partido republicano que ha conseguido superar desde mayo pasado las
contribuciones de los demócratas por márgenes de hasta 30
millones de dólares.
A pesar de que la maquinaria electoral de Barack Obama se mantiene a la
cabeza, con un nivel de recaudación que supera los 255 millones de dólares, el
músculo de los ricos y poderosos que respaldan a Mitt Romney amenaza con
sobrepasar la recaudación total (por el momento de 121 millones) hacia fines de
octubre próximo, según cifras del Centro de Políticas Responsables.
Por si fuera poco, en medio de esta frenética carrera por la recaudación,
desde el bando demócrata han acusado a los millonarios que apoyan al candidato
republicano de no seguir las reglas que obligan a transparentar las donaciones.
"Muchos millonarios quieren seguir gozando de un trato especial, incluso
cuando se trata de donaciones de campaña. Son ellos quienes hoy están detrás de
este asalto para hacerse con el poder del Congreso y la Casa Blanca", aseguró
Matt Canter del Comité Demócrata para la Campaña Electoral en el Senado.
Fuente:El Universal.mx
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