El hecho podría inflamar la región y acentuar serios conflictos étnicos y religiosos.
Las señales de que el presidente Bashar al Asad pierde
rápidamente su poder en Siria causan alarma entre sus aliados regionales Irán y
Hezbolá, y preocupan a sus vecinos, temerosos de que el caos toque a su puerta.
Los persistentes enfrentamientos de esta semana en la capital Damasco y la
explosión que mató al temido cuñado de Al Asad, junto con la cúpula militar en
el corazón de su lucha por la supervivencia, centraron la atención sobre las
posibles consecuencias de su caída.
Estratégicamente, Irán y el grupo chií Hezbolá del Líbano -cuyo líder Hassan
Nasrallah lamentó públicamente la muerte de funcionarios sirios como 'camaradas
de armas'- son los que perderían más, y su rival regional Arabia Saudí sería el
mayor ganador.
Turquía, amigo de Al Asad hasta una disputa el año pasado por el rechazo a su
consejo de calmar la revuelta con una reforma real, estará contento de verlo
partir, pero le preocupan las incertidumbres sobre futuras posibles luchas por
el poder en Siria.
No se ha establecido un mecanismo para una transición ordenada. El
derramamiento de sangre de los últimos 16 meses ha creado muchas cuentas para
saldar, particularmente entre la minoría alauí de Al Asad, vinculada al Islam
chií, y la mayoría musulmana suní, que representa el 70 por ciento de Siria.
Cualquier caída en una guerra sectaria en Siria, que también posee minorías
drusas y cristianas, así como también etnias kurdas, arriesga a desatar efectos
entre sus vecinos, como Irak y el Líbano, que poseen sus propias delicadas y a
veces explosivas mezclas de comunidades.
Un conflicto de esas dimensiones podría extenderse por la frontera de Siria o
arrastrar a vecinos que intenten defender sus intereses o correligionarios.
Turquía, Irán, Jordania y El Líbano temen por los refugiados que podrían
inundar sus fronteras y el posible levantamiento de islamistas radicales suníes
en Siria, que Al Asad ha advertido podría convertirse en "otro Afganistán" sin
él.
Israel se complacerá con el daño que pueda provocar la caída de Al Asad a
Irán y Hezbolá, pero debe estimar que cualquier futuro gobierno sirio estará
igualmente apegado a las Alturas del Golán, ocupadas por Israel desde su toma en
la guerra de 1967.
Pese a su hostilidad hacia Israel, Al Asad y su padre antes de él mantuvieron
la paz en la frontera por casi 40 años, lo que llevó a algunos israelíes a
preferirlos como 'el diablo conocido'.
Por ahora, la principal pesadilla de Israel es el destino del arsenal químico
de Siria, aunque no está claro si Hezbolá u otro grupo podrían utilizar esas
armas, que requieren complejos sistemas de manejo, si cayeran en sus manos.
Los vecinos de Siria están preocupados por la estabilidad, pero parecen
carecer de la influencia decisiva en un país cuya revuelta tampoco pudo ser
contenida por las grandes potencias.
Desplazados
Las hostilidades han provocado que miles de
personas huyan hacia las fronteras, en particular a la del Líbano. Unos 3.360
sirios salieron desde el viernes, con lo que asciende a 15.140 el número de
refugiados que llegaron a territorio libanés.
La seguridad en el Líbano se ha deteriorado, pues ha
habido secuestros y enfrentamientos. Solamente el sábado, la violencia en Siria
dejó al menos 90 muertos.
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Fuente:El Tiempo.Com
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