La cumbre de Durban busca la fórmula que obligue a los países a reducir sus emisiones
Sáenz de Santamaría y Jáuregui buscan fijar la postura española ante la primera gran cita tras el 20-N, que arranca hoy
Si el año pasado en Cancún el objetivo era no dar ni un paso atrás en la negociación climática, tras el fiasco de Copenhague en 2009, la clave de la cumbre de Cambio Climático que hoy comienza en Durban (Sudáfrica) es intentar que el proceso no salte por los aires, toda vez que las posturas parecen más enconadas que nunca y la crisis económica no viene precisamente a echar una mano en la negociación.
Dos cuestiones son clave: dar una forma jurídica al futuro régimen climático internacional que haga vinculantes los compromisos de reducción de emisiones para 2020 ofrecidos voluntariamente por los países en Copenhague y adoptados en los Acuerdos de Cancún; y, en segundo lugar, cuándo hacer más ambiciosos esos compromisos, pues aún está muy lejos lograr el objetivo de que la temperatura global no aumente más de 2º C sobre los niveles preindustriales. «A pesar de los esfuerzos realizados, estos siguen siendo insuficientes y todavía estamos en zona de riesgo», explica la secretaria de Estado en funciones de Cambio Climático, Teresa Ribera. Ribera está convocada esta semana a las reuniones que dirigen Ramón Jáuregui y Soraya Sáenz de Santamaría para el traspaso de poderes y en la que se perfilará la postura de España en esta cumbre, la primera gran cita internacional tras las elecciones generales.
Según datos del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), las cifras de reducción ofrecidas hasta el momento implican un aumento de temperatura de entre 3 y 3,5º C antes de final de siglo, muy lejos del límite de 2º C (abriendo la mano, el deseable es 1,5ºC) que los científicos apuntan como límite de seguridad para que el clima no se desboque.
«La UE está preparada»
Ninguna de las dos tareas es sencilla. La UE es consciente, según Ribera, de que «es difícil pensar que de Durban salgan nuevos números». Pero intentará que se identifique en qué aspectos hay que empezar a trabajar para lograr hacer frente a ese «desfase de ambición», perfilando las reducciones adicionales de emisiones necesarias para la seguridad del planeta.
Pero lo que la UE cree urgente es pactar una hoja de ruta y un plazo para ultimar un marco mundial «ambicioso, global y jurídicamente vinculante» en materia de acción por el clima por parte de todas las grandes economías, que sea operativo a más tardar en 2020. El acuerdo sobre esta hoja de ruta es una de las garantías que exige la UE para adherirse a un segundo periodo de compromiso del Protocolo de Kioto, pues el primero expira en 2012.
Para Connie Hedegaard, comisaria de Acción por el Clima, «la UE está preparada para un tratado mundial en Durban, pero la realidad es que otras economías, como EE.UU. y China, no lo están. Seamos claros: la UE apoya el Protocolo de Kioto, pero es evidente que un segundo periodo de Kioto con solo la UE, que representa el 11 % de las emisiones mundiales, no basta para el clima. La pregunta fundamental es si los demás van a sumarse».
Y no hay fácil respuesta, pues las posturas son demasiado distantes. Mientras los grandes países emergentes —Brasil, Sudáfrica, India y China— reiteran que los nuevos compromisos de reducción de los países desarrollados deben estar dentro del protocolo, Canadá, Japón y Rusia se muestran tajantes en rechazar un segundo periodo de cumplimiento de Kioto, pues dentro de este tratado no están grandes emisores mundiales, como EE.UU. y la propia China.
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