19 de noviembre de 2012

MANEJA LOS CAMBIOS DE LA VIDA

Ganar o perder nos puede ayudar a mejorar, personalmente
 
 
 
Una fuente de depresión profunda proviene de las presiones y angustias que traen los eventos inesperados a lo largo de la vida.
 
Son los que nos cambian todo en un segundo o lentamente, como una sentencia anunciada. Lo cierto es que ejercemos resistencia a la gran mayoría de los cambios que la vida nos regala.
 
Pero la realidad es que la muerte y el cambio son las únicas variables seguras que se pueden “vaticinar” a cualquier ser vivo.
 
En estos momentos Puerto Rico atraviesa por un “tsunami emocional” donde unos se autoperciben como ganadores y otros como “perdedores”.
 
Desde el punto de vista de salud mental, ni unos ganaron ni otros perdieron. Simplemente se encuentran, todos, en el umbral de una gran oportunidad o de una gran crisis. La diferencia está en cómo la aprovechemos. El significado de ganar o perder es parte de una experiencia subjetiva de madurez. A veces es mejor perder que ganar.
 
¿Qué es una crisis? Es un evento traumático fuera de nuestro control, el cual trae un cambio inevitable en nuestras vidas, como individuos, familia, empresa y comunidad. Va acompañado de un sentimiento de pena profunda, pérdida, inmovilidad, incredulidad, asombro y rabia. La raíz del trauma puede ser positivo (ejemplo: ganarse el premio mayor de la lotería), o negativo, (la muerte de un familiar muy querido).
 
Se trata de un cambio brusco, como un cantazo fuerte en la espalda, que te echa hacia el frente. Si no te caes es por que te agarraste de algo fuertemente.
 
Así es la vida. El cambio es movimiento, es secuencia, es ir de una etapa a otra. El desarrollo del ser humano desde su concepción hasta su muerte es un proceso encadenado de trasformaciones maravillosas. El nacer, crecer, madurar, envejecer y morir representan etapas colmadas de cambios paulatinos, pero seguros.
 
Resulta interesante que al nacer lloramos, (¿será porque no queremos abandonar el vientre materno?) y al pensar en la muerte, lloramos por que no nos queremos ir.
 
Aunque nos resulten antipáticos los cambios, es casi imposible imaginar una sociedad sin ellos. Su ausencia podría conllevar una paralización fatídica, falta de progreso y ausencia de creatividad e innovación.
 
A nivel individual sufrimos el mayor de los cambios, solitos, paulatinamente y sin pausa: Enfrentarnos al propio proceso de maduración biológica y psicológica, el envejecimiento.
 
La vida está repleta de cambios que nos cambian el curso del camino. Un divorcio, una viudez no esperada, un accidente de auto, perder un empleo, la muerte de un hijo o de los padres, el cambio de residencia, contraer matrimonio… un cambio político. Son ejemplos de cambios que van acompañados de altos niveles de ansiedad y tristeza profunda.

 
Fuente:Elnuevodía.Com

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