Hugo Chávez y Rafael Correa
Enfermo, y víctima de un desgaste político inevitable, Hugo Chávez, está cada vez más apartado de la primera línea en su lucha "contra el imperialismo y en la defensa del socialismo en América Latina". En estas circunstancias, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, se perfila como el sustituto ideológico perfecto del líder venezolano en los próximos años para encabezar el movimiento bolivariano en la región.
Su beligerancia, su estilo pugilista contra sus adversarios, su combate contra la prensa privada y otros de los que él llama “poderes fácticos” en Ecuador, han atraído todas las miradas dentro y fuera de América Latina.
En septiembre, el estudio anual de la consultora Mitofsky, señaló a Correa como el presidente más popular en todo el continente americano, tres puestos por encima de Chávez. El estudio asegura que el presidente ecuatoriano cuenta con un 80% de aprobación de su gestión. Así, está muy por encima de su correligionario Daniel Ortega, de Nicaragua, que cuenta con un 59%, y a una distancia considerable de la argentina Cristina Fernández de Kirchner, con una aprobación del 43%, o del boliviano Evo Morales, que tiene el 41%.
Correa atrae cada vez más también en Europa. Por ejemplo, en su breve paso por Italia y España con motivo de la última Cumbre Iberoamericana de Cádiz, el pasado noviembre, fue entrevistado por más de una decena de medios de comunicación en ambos países. Esto sin contar sus numerosas apariciones en medios de todo el mundo cuando el fundador de Wikileaks, Julian Assange, con el que ha confesado tener una relación personal, se refugió en la Embajada ecuatoriana en Londres, el pasado junio.
Otra iniciativa que le hace sonar en el mundo es la campaña Yasuní-ITT, con la que Ecuador está pidiendo 3.600 millones de dólares, el 50% que el país percibiría por explotar las reservas de crudo que se encuentran en ese parque nacional amazónico. Por otro lado, al menos en España, se ha erigido como defensor de las víctimas de las hipotecas basura.
Su revolución ciudadana, el estilo político que ha impreso en el país desde su llegada al poder en 2006, ha sido elogiada por el mismo Assange y periódicos como The Guardian de Londres. Dentro de Ecuador, se encamina hacia una reelección, el próximo febrero, más que asegurada. La oposición, con un candidato fuerte pero aún dividida, tiene poco que hacer, según los sondeos, que apuntan a seis años más de Correa.
La economía ecuatoriana, además, marcha bien. El país crece a un promedio de entre 4% y 5% anual. Al igual que Chávez, Correa cuenta con el poder del petróleo (el 29,7% del presupuesto de este año en Ecuador se basa en el precio actual del crudo) y la consiguiente independencia económica. Correa se ha permitido el lujo de cortar lazos con EE.UU., siempre en el centro de su discurso, junto a Europa, para tenderlos con Irán, Bielorrusia y otros enemigos declarados de Occidente.
Al mismo tiempo, la fórmula de Correa es radical, pero se sabe vestir para cada ocasión. Correa hace en Ecuador lo que Chávez en Venezuela, pero sin camisas rojas, sin tantos exabruptos, con un lenguaje sutil, con una imagen renovada y fresca, con fórmulas alejadas de las tradicionales de la Cuba castrista.
Así, no duda en criticar a la Unión Europea por sus actuaciones en la crisis económica global. Sin embargo, en el momento de renovar los acuerdos comerciales preferenciales para Ecuador en el mercado comunitario, la ofensiva diplomática interna es apabullante. Tampoco duda en atacar a las grandes multinacionales del petróleo y la minería, a la vez que ha abierto el país al mayor número de proyectos de la industria extractiva de la historia ecuatoriana.
Asimismo, su acoso a los medios de comunicación, en lo que también ha desplazado a Chávez, le ha valido el rechazo mundial. Sin embargo, ha logrado el monopolio de la información, y el respaldo del pueblo. Incluso ha recibido un premio por su defensa de la libertad de expresión: el Rodolfo Walsh, en la Argentina de Kirchner, a quien llama Cristina.
La familia bolivariana, lejos de quedarse huérfana, comienza a visionar a un nuevo líder para defender el socialismo del siglo XXI, que con Correa, tiene para largo.
Fuente:ABC
Claro que él busca ser el sustituto. El único problema que él no tiene el liderazgo de Chávez. Le falta carisma, objetividad y bien común. Ojalá Ecuador piense bien el 17 de Febrero.
ResponderEliminar