Cómo decodificar el vello facial en Medio Oriente
Durante la era de Hosni Mubarak en Egipto las barbas eran un no rotundo, pero ahora, tomándose revancha, están de moda. Entre árabes y musulmanes, el vello facial tiene un significado que va más allá del mero estilo personal, escribe el periodista de El Cairo Ashraf Khalil.
Un par de años atrás estaba con mis padres en una mezquita cerca de Chicago. Me presentaron a una vieja amiga de la familia, una mujer que me había conocido de chico pero que no me había visto en años.
Abrazó a mi madre y se dio la mano con mi padre, pero cuando se dirigió hacia mí se quedó a 30 centímetros de distancia, no me ofreció la mano y, en su lugar, saludó con torpeza.
Mi padre le preguntó por qué había estado tan distante y ella le dijo que se debía a mi barba.
Asumió que mi vello facial era un símbolo de mi profunda religiosidad islámica y temía que si me ofrecía la mano, se la rechazara.
Mi padre, quien sabe exactamente cuán no religioso soy, todavía AMA contar esta historia.
Significante sociológico
En el mundo árabe y en el musulmán, el vello facial tiene una importancia que va más allá del estilo y el acicalamiento.
Es un significante sociológico, una clave que suele evidenciar con quién tratas, incluso antes de hablar.
Existen distintos estilos. Y como periodista uno aprender a desarrollar una especie de clasificación interna.
En Egipto, los miembros del partido Hermanos Musulmanes suelen usar la barba completa, pero bien acicalada.
Sin embargo, los salafistas, islámicos ultraconservadores, se la dejan larga y descuidada, y a menudo se afeitan el labio superior, en alusión a como la llevaba el profeta Mahoma 1.400 años atrás.
Algunos salafistas van un paso más allá y se la tiñen con alheña (jena), lo que produce una gama de colores desde el marrón al naranja brillante.
En el Egipto post-Mubarak las barbas han tenido su gran retorno. Durante años, eran mal vistas, al considerárselas un símbolo de los movimientos islamistas que Mubarak creía una amenaza.
Empleados del gobierno, desde policías hasta pilotos de Egypt Air, tenían prohibido dejarse la barba.
Pero ahora funcionarios públicos a lo largo y ancho del país piden que se levante la prohibición. De repente, usar barba en Egipto se volvió un tema de derechos civiles y libertad de expresión.
Incluso se convirtió en un punto de referencia política. En los últimos meses se han registrado protestas contra el presidente Mohamed Morsi, miembro de larga data de Hermanos Musulmanes. Uno de los cánticos se traduce así: "¡Afeiten la barba de Morsi/ y encontrarán a Mubarak debajo!".
Pero no es sólo una cosa de musulmanes. La mayoría de los sacerdotes y monjes cristianos coptos también llevan largas barbas.
De hecho, cuando el nuevo Papa copto Teodoro II fue elegido el año pasado, circuló una broma en internet sobre que su barba se veía EXACTAMENTE igual que la de Emad Abdel-Ghafour, exlíder del principal partido salafista.
"¡Maldito sea tu bigote!"
La barba es también un símbolo de hombría y honor.
Nunca olvidaré un ejemplo de ello en una reunión de la Organización para la Cooperación Islámica. Fue en marzo de 2003. La "coalición de los dispuestos", liderada por Estados Unidos y Reino Unido, estaba a punto de invadir Irak y la tensión era alta.
En un momento dado, un diplomático iraquí y kuwaití se enzarzaron en una discusión y el iraquí gritó: "¡Maldito sea tu bigote!".
Este sigue siendo mi insulto favorito de todos los tiempos.
Pero el pelo facial es algo más que un identificador sociológico. También puede ser una táctica de supervivencia.
Tras el derrocamiento de Saddam Hussein, pasé dos años en Irak trabajando para el diario estadounidenses Los Angeles Times. Mi aspecto fue un elemento clave para moverme con seguridad.
Al ser egipcio-estadounidense, no podía imitar de forma convincente el acento iraquí, pero PODÍA pasar una inspección visual casual.
Dediqué horas a pensar cómo se vestían los iraquíes de mi edad, el tipo de zapatos que usaban y cómo llevaban el vello facial.
Los iraquíes son un pueblo de bigotes grandes, así que durante un par de meses, abandoné mi barba usual y traté de dejarme un bigote al estilo iraquí. Fue un desastre: nunca conseguí el nivel de espesura del bigote al estilo Saddam Hussein.
El experimento terminó cuando visité Estados Unidos y mi hermano menor me vio, y me dijo que parecía Freddy Mercury gordo.
Fuente:BBC Mundo.
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